Escribió Marisa Mántaras, Psicoanalista.

Es un serio intento de retratar con humor “las simples cosas” de la vida, como canta el poeta. Una mirada diáfana que aporta brillantez a los sucesos nimios de la cotidianeidad. Conociendo al autor, seguramente esa mirada está inspirada en la forma mágica en que miran el mundo los niños.
Parafraseando al pintor Magritte afirmamos: esto no es un libro. Usted tiene “entre manos” una máquina del tiempo que lo transportará sin mucha precisión a un lugar “de por ahí”, a hace tiempo o, quizás, no tanto. Afirmamos también: el viaje vale la pena.
Con sólo leer unas pocas páginas se le dibuja una sonrisa en el rostro. Una que queda expectante para continuar leyendo, cada tanto se transforma en franca risa. Lograr esa proeza no es algo que cualquier libro pueda hacer. En todo tiempo que fuere y en cualquier lugar “de por ahí” se agradece que algo de arte nos permita descansar de la realidad, siempre algo cruda.
Sin embargo, no subestime el instrumento “en cuestión” porque puede sorprenderse también en alguna línea, como el transeúnte abstraído se sorprende con su rostro reflejado por algún espejo de la vía pública. Ese efecto angustiante y conmovedor de encontrarnos íntimamente retratados donde menos lo esperábamos.
Funciona como una lupa caricaturesca, como analizador social doméstico, como ensayo filosófico o tan solo como ensayo-error. Advertencia al lector: su estilo puede resultar contagioso.