¿Quiénes son las invisibles de esta época? ¿Por qué querrían rebelarse y ante quién o quiénes? Para dilucidar estos interrogantes, quizá, primero habría que preguntarle a este material —como alguna vez un profesor escritor me enseñó— quién toma la palabra aquí y por qué, pudiendo callar, rompe el silencio.
Sin embargo, el asunto no es tan simple. No basta con plantear la pregunta y ya. Probablemente porque quien habla es una narradora en particular, pero también se trata de una voz que engloba a muchas mujeres. O a todas, quizá. No se pronuncia solo desde su ser mujer vinculado en lo estricto con lo personal, sino también en términos macro, en el interior de una cultura que no condena la violencia sexual ejercida sobre los cuerpos feminizados como debería, ni tampoco brinda una reparación acorde. Y es que esta que dice, al igual que todas nosotras, vive en una cultura de la violación que normaliza y justifica el abuso —a través de las formaciones, las tradiciones y las instituciones productoras de relaciones socioculturales como la escuela, la familia y los medios de comunicación hegemónicos, entre otros—, y nos deja en absoluta indefensión, condenadas a nuestra suerte.
Entonces, si volvemos al interrogante inicial sobre la identidad de las invisibles de las que habla esta novela, podríamos preguntarnos, por ejemplo, qué piensa y siente la voz que nos narra esta historia, tal vez sin el resguardo de un Estado cómplice y revictimizante que le ha quitado a los cuerpos feminizados incluso el derecho a poner en palabras los abusos que padecen sin sufrir por ello algún tipo de costo. También podríamos indagar, es cierto, sobre lo que desea o espera para ella a partir de ahora o en un futuro más lejano, en este contexto cultural. O profundizar, quizás, acerca de lo que quiere contar en esta ocasión y por qué. Pero sigue siendo en vano. No basta con preguntar y ya. Para saberlo, solo queda adentrarse en el universo ficticio que se despliega a continuación y descubrir —si acaso lo desconocés— cómo se vive siendo invisible en pleno siglo XXI.