Desnudar un poco el alma, desencadenar esas emociones atrapadas, liberar la mente del ruido y la información, son solo algunas de las alternativas que este relato propone para transitar esta época en que vivimos.
Hoy el mundo atraviesa grandes cambios sobre todo de índole económica y tecnológica. Muchos países crecen inimaginablemente al punto de volverse “gigantes” en sus aspectos de desarrollo y producción. Otros países, los “periféricos”, sufren cada vez más dificultades vinculadas principalmente a la pobreza.
A diario una marea de datos nos enviste frenéticamente dándonos múltiples coordenadas de un horizonte simplemente inabarcable, un horizonte informático.
Así, terminamos muchas veces agotados y confundidos, como si nos encontráramos permanentemente en un naufragio desconcertante.
Pero… ¿cómo salvar un poco el alma de este monstruo en el que se ha convertido esta era posmoderna?
¿Cómo conservar la esencia buena de las cosas en un mundo que todo lo ha vuelto digital, vendible u obsoleto?
He aquí cuando se torna de vital importancia poder reflexionar y reencontrarnos con algo de eso que nos hace bien, sentirnos de nuevo humanos, creativos, sensibles, espirituales.
A menudo me siento un equilibrista surcando la delgada cuerda de la vida…
A menudo siento que puedo caer al vacío.
Pero a menudo, también, encuentro en estas páginas a un amigo que me extiende sus brazos cuando siento que empiezo a perder el equilibrio.
Marcelo Guillermo Báez (1º de julio de 1975). Técnico universitario en acompañamiento terapéutico. Correo electrónico: marcelobaez75@hotmail.com
Estudié la carrera de Acompañamiento Terapéutico Universitario en la FHAYCS de UADER de Paraná.
También cursé la Licenciatura en Psicología de la misma universidad hasta cuarto año. Me interesa mucho la Historia, la Filosofía, la Sociología y la Literatura.
Desde la adolescencia escribo poesías y canciones de rock. He formado parte de varias bandas. Me considero un hacedor de canciones y textos que evocan algo de poesía y sentir urbano. Intento de manera inconsciente reivindicar ideales y anhelos de la juventud. Encuentro inspiración en muchos lugares de esta ciudad como en otros paisajes que he tenido la suerte de poder conocer.
Como paranaense siento mucha admiración por el río Paraná al igual que por distintos espacios verdes como el Parque Urquiza y los Humedales.
También me han llamado siempre la atención las construcciones antiguas de esta ciudad, desde esas altas casonas de puertas y ventanas enormes hasta diversos sitios emblemáticos como la Catedral, la casa de gobierno, el viejo ferrocarril y varios más.